CONSAGRACIÓN AL SEÑOR DE LOS MILAGROS

Señor de
los Milagros, porque te amo, me arrepiento de
todos los pecados que he cometido y con los cuales te he crucificado de nuevo
en mi corazón; te prometo comenzar desde hoy una vida nueva.
Señor de
los Milagros, porque te amo, quiero verte
presente en cada uno de mis hermanos.
Señor de
los Milagros, porque te amo, he venido a
suplicarte como el leproso del evangelio: «Señor, si quieres, puedes curarme»
(Mc 1, 40). Cúrame, Señor, de la enfermedad del pecado y de las demás enfermedades
que me hacen sufrir.
Señor de
los Milagros, porque te amo, me consagro a tu
servicio con mi familia y mis seres queridos, con mis trabajos, problemas y
alegrías.
Señor de
los Milagros, porque te amo, quiero vivir
siempre contigo durante la vida para vivir siempre contigo en el cielo.
Oh María,
Madre del Perpetuo Socorro, presenta tú misma
esta consagración a tu divino Hijo.
Amén.
GOZOS AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Milagroso,
buen Jesús, sálvenos tu santa Cruz.
Bondadoso, buen Jesús, eres Vida, Gozo y
Luz.
1. Para salvar tus corderos te llamaste Buen Pastor,
y con ese inmenso
amor cruzaste nuestros senderos,
Dios y hombre verdadero, nuestro guía y
nuestra luz.
2. El Reino fue tu programa, la justicia y la hermandad,
la paz y la
caridad que un nuevo mundo proclama
y que el corazón inflama, Peregrino de
Emaús.
3. Admirable caridad de una indígena sencilla,
que te obliga ¡oh
maravilla! a volver una vez más
para mostrar tu bondad, amable y dulce Jesús.
4. Tras la noche más oscura se hace el mundo luminoso,
porque el Cristo
Milagroso –como un astro de luz pura–
sobre los pueblos fulgura desde el árbol
de la cruz.
5. Multiplicas los portentos como en tu vida terrena,
cambias en gozo
las penas y en gracia los sufrimientos,
a los tristes das contento y pan a la multitud.
6. Vamos haciendo camino entre gozos y dolor.
Mira al pueblo en
aflicción, Samaritano divino,
y que tu aceite y tu vino hagan fecunda la cruz.
7. Oh Profeta de la vida, pregonero de la paz,
concédenos superar la
violencia fratricida.
Cambia, Señor, las heridas en justicia y rectitud.
EL ACEITE DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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